1. Dentro de mí se encuentra la Eterna Inocencia, pues es la
Voluntad de Dios que esté allí para siempre. 2Y yo, Su Hijo, cuya voluntad es
tan ilimitada como la Suya, no puedo disponer que ello sea diferente. 3Pues
negar la Voluntad de mi Padre es negar la mía propia. 4Mirar dentro de mí no es
sino encontrar mi voluntad tal como Dios la creó, y como es. 5Tengo miedo de
mirar dentro de mí porque creo que forjé otra voluntad que aunque no es verdad
hice que fuese real. 6Mas no tiene efectos. 7Dentro de mí se encuentra la
santidad de Dios. 8Dentro de mí se encuentra el recuerdo de Él.
2. El paso que he de
dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños del
pecado. 2Tu altar se alza sereno e incólume. 3Es el santo altar a mi propio Ser
y es allí donde encuentro mi verdadera Identidad.
Comentario: Una mañana
me levanté con la mente atormentada juzgando a un individuo en especifico que
según mi criterio estaba distorsionando las enseñanzas del Curso de Milagros.
Sin embargo el que alguien interprete la enseñanza no dual del curso de manera
que distorsione el mensaje original no era el problema. El problema era que yo
me sentía muy molesto e inquieto y por consiguiente todo lo que estaba
ocurriendo es que toda esa culpa que se encontraba en mi se le estaba
proyectando a esa imagen que aparentaban estar “fuera” haciendo lo que sea que
esté haciendo.
Dado ese el caso era imposible ver la
inocencia en mi. Esta lección 309 me apoyó muchísimo a reconocer que las
imágenes que percibía “afuera” simplemente estaban siendo utilizadas para
inconscientemente seguir perpetuando el miedo, la culpa en mi mente y por lo tanto
pasar por alto mi inocencia.
Al poder observar esa trampa pude hacer un trabajo de perdón profundo y según empezaba a ser consciente de la inocencia en mi, no como algo intelectualmente entendido sino que como algo sentido, pude darme cuenta que todas esas imágenes que provienen de mi, no de mi como personaje sino que de mi como mente soñadora son, primero que nada proyecciones completamente neutras que simplemente distraen a la mente de la verdad, pero para efectos de lenguaje dual como si esta experiencia estuviese “ocurriendo”, son mis hermanos inocentes cuyo deseo es igual que el mío, sanar la mente. Sólo que al haber resistencia interpretarán el mensaje del curso, o para los efectos cualquier mensaje cuyo propósito sea hacernos conscientes de que no somos cuerpo, basado en lo que a este nivel pueden aceptar tal y como me sucedió a mi cuando comenzó mi búsqueda.
Esto no implica que yo esté de acuerdo
con las interpretaciones que se puedan hacer de una enseñanza cuyo propósito es
despertar al personaje del sueño. Pero sí implica que si yo, con la ayuda del
Espíritu Santo, puedo reconocer la inocencia mi al pasar por alto mis
interpretaciones entonces no voy a poder sino que percibir inocencia “fuera”.
Por consiguiente, esas imágenes
proyectadas se convierten en mis maestros y salvadores porque me ofrecen el
regalo de ver dónde está la culpa inconsciente en mi para poder así invitar al
Espíritu Santo a recordar una y otra vez que soy (somos) inocente(s).
Pero ¡ojo! Mirar dentro de mí implica
observar toda la culpa que yo he interpuesto y atravesarla con la ayuda del Espíritu
Santo. Por eso la lección no dice “hoy
miraré dentro de mi” sino que, “...no tendré miedo de mirar dentro de mi.” En otras palabras es mirar el miedo de frente solo que dejando a
un lado mis interpretaciones para que entonces se pueda reconocer que es falso.
Volviendo a lo que conmigo aconteció, el miedo que estaba escondido en el
inconsciente, solo que al ser suprimido o ignorado, lo podía ver claramente
proyectado en esa persona que según yo estaba distorsionando el Curso.
Para otras personas ese mismo miedo
escondido puede serle proyectado a un individuo que le insulte y por lo tanto
reacciona, a un gobierno corrupto y por lo tanto reacciona, a un individuo que
supuestamente le ha robado o traicionado y por lo tanto reacciona, a un
ordenador (computadora) que no está funcionando bien y por lo tanto reacciona,
en fin, a todo aquello a lo que uno reacciona creyendo es la causa de su
pérdida de paz.
Por consiguiente que hoy y por siempre no
se me olvide mi único propósito el cual es perdonar. ¿Perdonar a quien? A mi,
no por ser culpable ni por haber sido juzgado. Sino que por simplemente haberme
olvidado que soy el Santo hijo de Dios inocente libre de pecado. Y como el
mundo es “…la imagen externa de una condición interna,” T-21.In.1:5 al percibir inocencia en mi eso es lo único que podré
percibir en todo.